Federico Gerona

Federico Gerona

Federico Gerona, odontólogo de 58 años, es uno de las personas con más recorrido en nuestra Fundación. Odontólogo con clínica propia en Badajoz, ha trabajado como voluntario en varios países de África, continente que ocupa un lugar muy especial en su vida. En esta entrevista, nos habla de su acción solidaria y de los valores que la motivan.

– Entras en Odontología Solidaria poco después de la fundación de la entidad.

– Hablamos de 1996, sí. Yo siempre he tenido bastante inquietud social, y creía que desde mi posición como odontólogo debía hacer algo. Al principio me impliqué solamente como socio. Al cabo de año y medio, Fernando de La Puente, un compañero odontólogo de la zona de Cáceres, me propuso ir a Guinea Ecuatorial con un proyecto de atención odontológica. Fue mi primera labor en África. De regreso, y durante dos años más, con otro odontólogo de Badajoz vinculado a OS trabajamos aquí en Extremadura con un servicio de disminuidos psíquicos, que en aquel entonces no tenían ningún tipo de atención odontológica. Al final conseguimos que se creara una unidad para estas personas en un hospital de referencia en Badajoz, donde hay una unidad que les hace los tratamientos odontológicos que requieren.

– A partir de ese momento, y al no existir una clínica de Odontología Solidaria en Extremadura, trabajas especialmente en África.

– Sí. Además de los dos años en los que estuve viajando a Guinea Ecuatorial, he trabajado en proyectos en Angola durante tres años. En 2005 comencé a ir a Sierra Leona, a donde he viajado desde entonces al menos una vez al año. También he estado en en la República Centroafricana, donde queríamos iniciar un proyecto que, desafortunadamente, no se pudo poner en marcha por la problemática que se ha creado entorno a Boko Haram. Ahora mismo no es viable, pero lo tengo en mente, y creo que retomaremos este proyecto cuando sea posible.

– En Sierra Leona estableciste una gran relación con Manuel García Viejo, el misionero que falleció en septiembre tras contagiarse de ébola.

– Muchísima relación, no solo yo, sino los otros compañeros de Odontología Solidaria que estuvimos trabajando allí. Atendíamos a los pacientes por las mañanas, y por la tardes dábamos grandes paseos con él. Teníamos conversaciones muy profundas con Manuel García Viejo: es una persona que te llena, te marca, te enseña muchas cosas no solo de medicina, sino de la vida. Te hablo de valores, de saber distinguir las cosas de la vida que son importantes de verdad. Manuel ha sido para mí una guía, desde que lo conocí hasta ahora.

– Hablas de él en presente, como si no hubiera muerto…

– Sí, porque lo tengo muy en cuenta. Mi planteamiento de vida desde que él murió es distinto. He decidido prejubilarme lo más pronto posible para poder ir más allí y aportar lo que pueda, que será muy poco comparado con lo que él hacía. Dentro de un tiempo, pienso pasar muchos meses al año en Sierra Leona. Mis hijos mayores están trabajando ya, y desde hace seis años tengo conmigo a Momo, un niño sierraleonés, en régimen de acogimiento. Todos los años –menos éste a causa del ébola– he viajado allí con él, para que no pierda sus raíces.

– ¿Qué tal se porta Occidente con África?

– Se porta en función de los intereses de Occidente. Lo único que le interesa de África a Occidente son los recursos naturales. No le importan para nada las personas, como se ha visto y se sigue viendo con la cuestión del ébola. Se siguen sacando minerales a barullo, y sin embargo se está invirtiendo poquísimo en ayuda a las personas con la enfermedad. En Sierra Leona, la gente se está muriendo al lado de la vía del ferrocarril que lleva el mineral del interior hasta el puerto.

– Llevas casi dos décadas vinculado a Odontología Solidaria. ¿Cómo has visto la evolución de nuestra entidad en todo este tiempo?

— Creo que en los primeros tiempos éramos pocos, gente con muchas ganas de trabajar, por supuesto, pero casi siempre los mismos. Eso duró bastante tiempo, pero ha ido cambiando. En la última Asamblea de Odontología Solidaria en Barcelona, vi muchas ganas, mucha fuerza, mucha gente nueva, altruista, que piensa en los demás. Estoy muy contento. Tras la Asamblea, regresé a casa muy animado, porque vi que hay mucha savia nueva.

– Por tanto, ¿auguras que tenemos un buen futuro?

– Sí, yo creo que pinta bien. Pinta bien, siempre y cuando no olvidemos que esto es un voluntariado. Hay que trabajar con los voluntarios, son ellos los que se tienen que implicar. No podemos ir a golpe de subvención, el “material humano” es lo importante. No cabe pensar en otra cosa. Hacemos esto porque realmente lo sentimos. Y nos aporta cosas, claro. Yo tengo amigos que a veces me dicen que lo que hago tiene mucho mérito, y la verdad es que no es ningún mérito. Para mi, ayudar a “los nadies”, como decía Eduardo Galeano, es un placer. Eso me da la vida.

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