Miguel Artajona

Miguel Artajona

Miguel Artajona, odontólogo de 24 años, ha asumido, pese a su juventud, importantes responsabilidades en la Fundación, ya que en la actualidad es el Delegado Social de la clínica de Odontología Solidaria en Zaragoza. En esta entrevista, nos cuenta como llegó a la Fundación, el camino que ha recorrido, y lo que le aporta en el plano personal su trabajo en Odontología Solidaria.

– Tu primer contacto con Odontología Solidaria se produjo cuando aún estudiabas…

– Eso es. Yo hice la carrera en Huesca, y en la Facultad habían pegado carteles dando a conocer Odontología Solidaria. Con algunos compañeros nos fuimos a informar, pero en ese momento no nos implicamos porque estábamos lejos de Zaragoza. Al acabar la carrera, me acordé, y en octubre de 2013 fui a la clínica, que llevaba muy poquito tiempo abierta.

– ¿Por qué te decidiste a dar el paso?

– Bueno, al principio de todo yo no tenía trabajo, y pensé que colaborando con la Fundación por lo menos haría algo relacionado con lo mío. Luego, atendiendo a los pacientes y conociendo sus historias, me emocioné. Entonces decidí que cuando tuviera trabajo seguiría vinculado a la Fundación de alguna manera.

– ¿Ahora tienes trabajo?

– No me puedo quejar, trabajo para dos clínicas privadas, y cuando puedo me acerco a Odontología Solidaria porque es lo que más me gusta. Cuanto más voy, más me gusta. Y el trato con los pacientes me sigue emocionando. Cuando yo era adolescente, no tuve una vida fácil, y aunque ahora las cosas me van bien, me acuerdo de esa situación. Por eso tratar con los pacientes es algo que, como te decía, me emociona y me llena mucho.

– ¿Qué tal tu experiencia como Delegado? ¿En qué consiste exactamente tu trabajo?

– Muy positiva. Llevo algo más de un año. Al principio me daba apuro, pensaba que quizá era una cargo demasiado grande para mi, pero la verdad es que siempre me he sentido muy apoyado y estoy muy contento. Mi labor aquí consiste en organizar las cosas con antelación para que un mismo día no se junten demasiados doctores y otros días no haya ninguno, y procurar que las relaciones con otras instituciones sean buenas. Hace un tiempo, quizá venía gente más interesada en “hacer mano” que en la parte social, y entonces había que hablar con esa persona y hacerle comprender en qué sitio estamos.

– Como dices, no se trata de “hacer mano” y basta…

– Claro que no. No es de lo que se trata. Aquí procuramos corregir las cosas, dar salida a algo que a mi me parece básico. Ojalá Odontología Solidaria no tuviera que existir, y que la atención que aquí damos estuviera al alcance de todas las personas, pero desgraciadamente me parece que el tema bucal está todavía muy apartado de la sanidad pública.

– ¿Podrías poner algún ejemplo concreto?

– Siempre me acuerdo del caso de una chica muy joven, de 20 años, a la que le dolían los dientes de delante. En la Seguridad Social solo le ofrecieron quitárselos, sin ninguna otra opción. Y ella, lógicamente, prefería aguantarse el dolor. Luego vino a Odontología Solidaria, la tratamos, y aún conserva los dientes. Si en la Seguridad Social se los hubieran quitado, le habrían amargado la vida para siempre. Si con veinte años y toda la vida por delante no tienes dientes delanteros –y en su caso, era evidente que ella no podía pagarse un dentista privado– llevas camino de caer en la marginalidad más absoluta. Nadie te va a dar trabajo, nadie te va a contratar.

– Para acabar, cuéntanos lo mejor y lo peor de tu experiencia con Odontología Solidaria.

– Lo mejor es, sin duda, el trato con los pacientes. Te cuentan sus experiencias, y eso te hace comprender cosas. Te hacen ver que aunque en este momento la vida te vaya bien, nada ni nadie te puede asegurar que las cosas sigan así. Muchos de nuestros pacientes, hasta hace seis o siete años, podían pagarse un dentista. Ahora no. Esto te hace valorar la vida, y ser consciente de las vueltas que puede dar.

– ¿Y lo peor?

– Es que no encuentro nada que decir, porqué es algo que me apasiona tanto, que no podría. Mi experiencia es positiva en todos los sentidos: con los pacientes, con los compañeros… No podría decir nada malo. Yo aquí he encontrado una enseñanza de vida, y eso es algo que valoro muchísimo.

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