Rosa M. Tarragó

Rosa M. Tarragó

Hablamos con Rosa María Tarragó durante una pausa de unas jornadas en Badajoz en las que se imparte formación a los voluntarios de Odontología Solidaria que participarán en el proyecto que la Fundación tiene con la Asociación Hanan de Tetuán (Marruecos). Higienista bucodental de 39 años residente en Zaragoza, Rosa María tiene amplia experiencia en el trato con pacientes discapacitados como los que se atenderán en el mencionado proyecto.

— ¿Cómo te implicaste en este proyecto?

— Fue un poco por casualidad. En mayo de 2015, yo formaba parte de la Junta Directiva de la Asociación Profesional de Higienistas Bucodentales de Aragón, que organizó una carrera solidaria a beneficio de Odontología Solidaria. En una reunión con la gente de la Fundación en Zaragoza, se nos habló del proyecto de Marruecos. En ese momento yo trabajaba en el Servicio Extremeño de Salud con el Doctor Jesús Rueda, en una unidad en la que atendíamos a pacientes discapacitados. Lo comenté, la Fundación se puso en contacto con el Dr. Rueda, y desde Odontología Solidaria sugirieron que colaboráramos en la formación de los voluntarios que irán a Marruecos. Estamos formando a los compañeros que viajarán a Tetuán para tratar a personas con discapacidad.

— ¿Qué características especiales tiene el trabajo con este tipo de pacientes?

— El trabajo con estas personas necesita mucha paciencia y mucha formación específica. A veces es parecido a la odontopediatría, pero mucho más complicado. Son pacientes que ha tienen una patología de base, con lo cual están más polimedicados. Lo hay que tienen la lengua más grande de lo normal, o que no pueden abrir bien la boca. También los hay que no degluten bien, o que tienen movimientos incontrolados. El trabajo con el paciente es muy complejo, y además cada discapacidad tiene una singularidad que debes conocer, porque no es lo mismo tratar a una persona con síndrome de Down que a una con autismo, por ejemplo.

— ¿Qué tipo de equipos humanos exige el tratamiento con personas discapacitadas?

— Equipos multidisciplinares. Ya no estamos hablando solo de lo fundamental, del dentista y el higienista, sino que también hay que hablar mucho con los educadores, los centros, las familias… Es muy importante hacer un buen trabajo en cuanto a prevención, intentar que los cuidadores cepillen muy bien a estos pacientes, ya que por muy buen trabajo que tu puedas hacer técnicamente, luego las mejoras deben mantenerse. El discapacitado depende totalmente del cuidador, por lo que es necesario hacer formación en colegios y centros de día tanto para los profesores como para los logopedas como los cuidadores. Se colabora también con terapeutas ocupacionales, trabajadores sociales y enfermeras de geriatría. Esto de aporta bastante, aprendes muchísimo.

— ¿Y en cuanto al trato con las familias de los pacientes?

— Es fundamental. Con los padres aprendes mucho en lo relativo al trato con los pacientes. Mientras que en odontopediatría lo recomendable es que los padres no estén presentes mientras trabajamos –aunque a veces les dejamos–, en este caso es al revés. El padre y la madre tienen que estar dentro, porque te van a indicar como es el niño: como podemos actuar para que se distraiga o que colabore. Cada paciente tiene una singularidad muy especial, y aunque ya tengas técnicas y experiencia, es complicado trabajar con él sin esta ayuda.

— ¿Esta colaboración con Odontología Solidaria es tu primera experiencia en una ONG?

— Sí, es la primera vez. Con mi marido, que también es sanitario, siempre habíamos hablado de colaborar con una organización así, de manera que cuando conocí Odontología Solidaria estuve encantada. Estoy dispuesta a ayudar en todo lo que pueda para tratar de hacer un mundo más justo. En la Fundación he conocido a gente estupenda y muy solidaria, con mucha calidad humana. Además de ayudar a la gente, creo que también está muy bien conocer a otros profesionales con los que tienes valores en común.

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