Rosa Maria Gutiérrez de Pando

Rosa Maria Gutiérrez de Pando

Rosa Maria Gutiérrez de Pando trabajó muy intensamente con Odontología Solidaria durante la década pasada, realizando proyectos tanto en América Latina como en nuestro país. Médico estomatólogo de 59 años, actualmente desarrolla su labor profesional en un Centro de Atención Primaria de Mataró (Barcelona), labor que combina con su actividad en el sector privado. Rosa Maria ha charlado con nosotros de todo lo vivido, y del rumbo actual de la Fundación.

— ¿De qué época data tu vinculación más activa a Odontología Solidaria?

— Hablamos del año 2000, aproximadamente. Hice algunos trabajos de campo internacionales, y luego participé en la puesta en marcha de la Clínica Solidaria de Granollers.

— ¿Dónde hiciste acción internacional?

— En Bolivia. Estuve el el sur del país, con el proyecto de Izizog, con los indios guaraníes. Conseguimos que se estableciera un dentista allí, y que el enfermero se formara también como protésico. En este momento, funcionan perfectamente por sí solos, trabajan para la comunidad sin ayuda externa. Eso es lo interesante del proyecto, y creo que es uno de los grandes éxitos que ha tenido Odontología Solidaria en el apartado de cooperación internacional. Recuerdo que el dentista boliviano que te comentaba antes se casó con una chica guaraní, de modo que está totalmente integrado en la comunidad. Realicé varios viajes a Bolivia, y tengo muy buenos recuerdos de aquella época. Había otros centros de salud en comunidades más pequeñas, y recorríamos la zona en ambulancia. Se vacunaba a los niños, se desparasitaba, y aprovechábamos también para sacar dientes cuando era necesario. Nos ayudaron el Colegio de Dentistas de Santa Cruz, y unas monjas que había en el área. Gracias a los promotores de salud pudimos hacer una importante labor de prevención, enseñando a los niños de las escuelas y a los adultos de las comunidades higiene oral.

— Como decías, algo más tarde participas en la puesta en marcha de la clínica de Granollers. ¿Cómo fue?

— Hasta entonces, algunos de nosotros, en la consulta privada, atendíamos a personas económicamente desfavorecidas que nos llegaban mediante asistentes sociales o por otros medios, pero esa manera de trabajar no era eficaz ni adecuada. De ahí que se planteara abrir una clínica solidaria como las que ya funcionaban en Madrid o Valencia. Recuerdo que el Doctor Oriol Montaña nos ayudó mucho en esos inicios, hasta que conseguimos un local y empezamos a montar el centro y a trabajar con muchísima ilusión. Teníamos muy claro que esa clínica respondía a una necesidad, por supuesto, pero que también era una forma de reivindicar ante las instituciones, de señalar que nosotros estábamos haciendo un trabajo que, en realidad, les competía a ellas.

— Estuviste también en el Patronato de la Fundación…

— Sí, dos veces, durante dos legislaturas. Fue una experiencia muy interesante, porque en el ámbito del Patronato había muchas visiones distintas. Éramos gente de todas partes. Entre todos fuimos llegando a la conclusión de que, aunque se pudiera hacer acción internacional, lo más importante era lo que teníamos más cerca. Aquí tenemos una gran demanda, a la que es necesario responder.

— Antes de entrar en Odontología Solidaria, ¿habías formado parte de alguna otra ONG?

— No, anteriormente no. Yo supe de Odontología Solidaria gracias a la información que enviaba Mercè Morató desde Menorca dando a conocer la entidad. Me puse en contacto, y un tiempo después fui conociendo a la gente como Alfred Miranda, un protésico que trabajaba en el proyecto SPOTT, Xavier Maristany, Marta Pulido, Rafa Montaña… gente fantástica, un muy buen equipo con el que empezamos a realizar proyectos.

— ¿Cómo valoras la situación actual de Odontología Solidaria?

— Ahora por motivos laborales estoy un tanto desvinculada. Creo que los fundamentos de la entidad siguen siendo los mismos. Son los que son y así debe ser. Pero también veo que se buscan nuevos caminos, cosa que es necesaria. Pienso que hay que buscar nuevas fórmulas para atender a la población más desfavorecida de nuestro entorno. Podemos hacer asesorías internacionales, colaborar en proyectos, pero creo que los recursos deben destinarse mayoritariamente aquí. Hay que agradecer la ilusión, el esfuerzo y la profesionalidad de nuestros voluntarios, que con su trabajo desinteresado han hecho posible que nuestras clínicas distribuidas por toda España puedan atender a tantas personas El voluntariado es imprescindible para continuar nuestra labor, y desde aquí invito a más personas de nuestra profesión a que se unan a nosotros.

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