Adriana Meynet

Adriana Meynet

Si Odontología Solidaria lleva más de dos décadas trabajando, es gracias a muchas personas que, a lo largo del tiempo, han destinado tiempo y conocimientos a esta misión. Entre ellas, el grupo de profesionales del sector que, a mediados de los noventa, impulsaron el nacimiento y primeros pasos de nuestra entidad, compensando con horas de dedicación y toneladas de ilusión los siempre difíciles inicios de una organización como la nuestra. Hoy hablamos con una de las personas que protagonizaron aquellos primeros tiempos de Odontología Solidaria: la odontóloga Adriana Meynet, que trabajó 25 años en una clínica en Santa Coloma de Gramenet (Barcelona), hasta su regreso a su Argentina natal. Desde la ciudad de Paraná, donde reside desde hace ocho años, Adriana recuerda con ilusión aquellos tiempos:

– ¿Cómo llegaste a Odontología Solidaria? ¿Por qué te decidiste a colaborar?

– Estoy tratando de hacer memoria, algo nada fácil para mi, de aquella época de mi vida, hermosa por cierto. Supe de Odontología Solidaria un verano que había viajado a Menorca a visitar a unos amigos. En una charla me contaron que allí vivía una dentista que trabajaba en los campos de refugiados saharauis, que según creían vivía en Es Mercadal y que me averiguarían el nombre…. Así, a los días llegue a casa de Mercè Morató. Por cierto, no había nadie, y la casa estaba abierta de par en par. Creo que dejé un mensaje bajo el parral que luego tantas veces nos cobijó… En ese momento existía por un lado Odontología Solidaria, y por otro Odontología sin Fronteras, y comenzaban las charlas, reuniones, talleres de aprendizaje, la lluvia de ideas y sueños que culminaron en lo que hoy es Odontología Solidaria. Fue un momento mágico, ya que conocí gente maravillosa, de una gran sensibilidad y deseosa de dar, de aportar algo en beneficio de los demás. ¡Cómo me gustaría tener las palabras para trasmitir lo sentido y vivido! La razón por la que me impliqué no la tengo clara. Creo que era más una necesidad, la necesidad de devolver de algún modo algo, todo lo recibido, de aportar algo al bien común. Y, al mismo tiempo, la posibilidad de conocer otras culturas, de enriquecerme con otras experiencias. Esas creo, fueron las motivaciones principales.

– Más adelante, formas parte del primer equipo de Odontología Solidaria en Can Banús en Badalona. ¿Qué tal fue la experiencia? ¿Qué cosas te aportó?

– Sí, formé parte del primer equipo que trabajo en Can Banús. Ellos habían construido y equipado un consultorio ondontológico, pero no tenían quien llevase a cabo la atención. En ese contexto, se inició la colaboración con Odontología Solidaria, y yo fui la encargada de la atención a los residentes en un principio. Luego se abrió a grupos provenientes de otros centros. Fue muy enriquecedor el tiempo que compartí en el centro. Fue hermoso conocer al padre Josep Costa y a todo su equipo, como así también a los residentes, con sus duras realidades, y al mismo tiempo con la fuerza, la entereza para continuar, agradecidos, ya que habían encontrado un verdadero hogar. Y pude ver el cambio que se producía en muchos de ellos a partir del amor, el respeto y los cuidados que se les brindaban. Sin duda, fue una experiencia única.

– Por último, háblanos de tus experiencias viajando con Odontología Solidaria al Sahara y a Chiapas.

– Tanto los viajes al Sahara como a Chiapas, fueron experiencias inolvidables a nivel personal. Pero me dejaron mucha impotencia, ya que, desde mi modo de ver, fue poco lo que se pudo aportar. Son tan grandes las problemáticas, tantas las carencias, que nuestro aporte no llegaba a ser ni un bálsamo. Indudablemente aprendimos mucho a nivel de organización. Y siempre el saldo más significativo fue conocer personas maravillosas, que luchaban, se arriesgaban por un mundo más justo, más equitativo.

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