Ismael Tárraga

Ismael Tárraga

En Odontología Solidaria no caminamos solos. Siendo el voluntariado la fuerza motriz de la Fundación, nuestros proyectos son también posibles gracias a la complicidad de otras entidades e instituciones. Sirva de ejemplo el Colegio de Odontólogos y Estomatólogos de Albacete, cuya colaboración fue vital en el caso de la puesta en marcha de la Clínica Solidaria de la ciudad castellanomanchegaIsmael Tárraga, de 56 años, preside desde 2014 este Colegio, que agrupa a unos 230 profesionales.

— El Colegio de Albacete acompañó a Odontología Solidaria en este proyecto desde muy temprana hora. ¿Cómo se produjo el primer contacto?

— Fue a los pocos días de haber tomado yo posesión como presidente del Colegio. Coincidí con Dolores Cuenca en la calle de forma casual, y me habló de su intención de montar una clínica solidaria en Albacete. Yo le dije que contara conmigo, porque esa era también mi idea. Ella fue la que propuso la vinculación con Odontología Solidaria, porque ya conocía el funcionamiento de la clínica solidaria de Valencia. Lo tratamos en la Junta del Colegio, y nos pareció bien desde el primer momento. La decisión fue unánime. De hecho, varias personas de la Junta están colaborando actualmente como voluntarios en la clínica.

— Posteriormente, ¿cómo se fue concretando la colaboración del Colegio?

— Sobretodo, en el ámbito institucional. Hicimos gestiones ante la Diputación para solicitar una ayuda. En principio iban a darnos un local, pero como al final no fue posible, solicitamos una ayuda equivalente al global del alquiler del año. Hablamos también con el Ayuntamiento de Albacete en lo relativo a la colaboración de los Servicios Sociales. A la inauguración de la clínica vinieron tanto el alcalde de la ciudad, como la vicepresidenta de la Diputación, además del el obispo de Albacete. También pusimos el proyecto en conocimiento de todos nuestros colegiados, que estuvieron mayoritariamente a favor, y en muchos casos colaboran en la medida que pueden. Así mismo, hemos hecho gestiones ante otras entidades para intentar que nos concedieran ayudas… El Colegio colabora en todo lo que puede y un poco más. La colaboración permanece porque este es un proyecto que también consideramos nuestro, y con este fin estamos trabajando para su continuidad y su éxito.

— ¿Qué balance hace de los primeros meses de actividad de la clínica?

— Un balance muy positivo. Los voluntarios (ya sean higienistas, auxiliares o dentistas), están contentos con el trabajo que se está haciendo. Los pacientes ya están viendo los resultados, y se nota que también están contentos. Han venido muchos usuarios, se está haciendo un gran número de visitas. Yo creo que estamos en la buena línea. Cada día se van incorporando nuevos voluntarios. La profesión se ha implicado con el proyecto, porque ha venido a cubrir un hueco importante. Anteriormente, todos, en nuestras clínicas, hemos hecho cosas de forma altruista con algunos pacientes, y por suerte ahora tenemos una clínica solidaria en la ciudad que hace precisamente eso.

— Esta implicación de la profesión que menciona, denota que existe un espíritu solidario entre los odontólogos de la zona. En su opinión, ¿por qué hay que ser solidario?

— Hay que serlo simplemente porque los que estamos en una mejor situación tenemos que estar agradecidos a la vida. Hay que ayudar a las personas necesitadas de nuestro entorno, ya que formamos parte de una sociedad de la que no nos podemos abstraer. Tenemos que estar en la realidad social. Nuestro trabajo es cuidar sonrisas, y no se me ocurre nada mejor que ver una sonrisa en la cara de las personas que, por sus condiciones económicas, no han podido acceder a una serie de tratamientos. Todas las actuaciones que se hacen en bien del entorno social, acaban por repercutir en una mejor justicia social. Hay que estar presente para compensar un poquito las desigualdades.

— ¿Qué opinión tiene sobre el modo de trabajar y los protocolos de Odontología Solidaria?

— Me parecen bien. Personalmente, creo que hay algo que podría revisarse. Actualmente no se realizan ortodoncias, y yo pienso que se podrían intentar hacer actuaciones ortodóncicas. Lo digo pensando sobretodo en los niños, que son los más perjudicados cuando una familia tiene una situación social desfavorable. Una corrección ortodóncica va a mejorar su salud y su autoestima. Creo que este es un aspecto a reconsiderar.

— ¿Qué impacto tiene la clínica en la población más desfavorecida de la zona? 

— Positivo, sin duda. Todo el mundo tendrá que reconocer, y en realidad ya reconoce, que es una gran labor la que estamos haciendo. Cada vez que comento con alguien cosas del proyecto, recibo opiniones positivas. Eso es a diario. Creo que tiene un impacto importante para la profesión, y para situarnos socialmente en el sitio que nos corresponde. Tenemos que hacer esta labor.

— Habla de la necesidad de hacer esta labor como si fuera una obligación moral…

— Exactamente. Todo el mundo tiene la obligación moral de intentar ayudar a los demás. Y cuando digo todo el mundo hablo de los odontólogos, los médicos, los conductores, los albañiles, los carpinteros… Por ejemplo, cuando estábamos acondicionando la clínica de Albacete vinieron carpinteros a ayudarnos, que trabajaron casi de forma altruista. También hay que destacar la colaboración solidaria del ingeniero técnico en el proyecto. De algún modo, todos necesitamos ser solidarios en algún momento.

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