Blanca Gómez de Balugera

Blanca Gómez de Balugera

La primera clínica de Odontología Solidaria empezó a funcionar en Madrid en 1995. Fue posible gracias a la generosidad de Blanca Gómez de Balugera, que cedió su propia clínica a nuestra entidad para tal fin. Blanca, odontóloga de 58 años, actualmente reside ente Ávila y Górliz (Vizcaya). En esta entrevista, nos habla de las circunstancias vividas en aquellos primeros años de andadura de Odontología Solidaria, de la que fue presidenta durante un par de años.

— Procedes de Odontología sin Fronteras, la entidad que en su día se fusionó con Odontología Solidaria. ¿Cómo recuerdas el momento de la fusión de ambas organizaciones? ¿Por qué tomasteis esta decisión?

— Nos pareció que era algo lógico. Supimos de la existencia de Odontología Solidaria y de otra entidad que se dedicaba a lo mismo que nosotros. Nos reunimos en Menorca con esta finalidad, pero esa tercera entidad se salió, no quería saber nada con el resto. Las otras dos decidimos que, como te decía, fusionarnos era lo más lógico. ¡Cómo íbamos a ir separados si lo que queríamos hacer era lo mismo! Se trataba de aunar esfuerzos.

— Previamente a la fusión, ¿cómo te habías implicado en Odontología Sin Fronteras?

— En mi consulta privada había empezado a tratar niños de la Fundación Anar. Conocí a una monja que trabajaba con estos niños, muchachos que estaban acogidos en casas, y les dije que si querían venir a la clínica yo les haría el tratamiento que necesitaran de modo gratuito, para que tuvieran una atención odontológica todos los años. Ese fue el principio. Eran niños que, o bien la Comunidad de Madrid los tutelaba, o bien eran niños sin padres, que vivían en casas con estas monjas, o con psicólogas… Luego fui a Médicos del Mundo para preguntarles si sabían de algún sitio para hacer voluntariado en odontología, y me hablaron de Chema Renilla, de Odontología Sin Fronteras. Entonces me puse en contacto con él y empezamos a trabajar juntos.

— Más tarde, desempeñas un papel muy importante para que se pueda establecer la primera Clínica Solidaria de Madrid, ya que la cedes tu…

— Sí, en 1995. Esa era mi clínica. Yo la dejé porque el tema privado no me gustaba nada, de manera que cedí la clínica.

— Sin embargo, aunque dejaras la actividad, podrías haberla vendido a otro dentista. Pero preferiste cederla a la organización antes que hacer negocio…

— Bueno, sí. Pero como yo tenía ingresos por otro lado, lo pude hacer. La cosa surgió así. Necesitábamos una clínica, y ya está.

— ¿Por qué dices que la odontología privada no te gusta nada?

— Porque a mi me parece que la medicina no debería ser privada. A mi realmente lo que me gusta es la medicina. Veo la odontología como una rama de la medicina, y reivindico que la odontología entre en la sanidad pública. Pero mi sensación es que todavía queda lejos…

— También fuiste presidenta de Odontología Solidaria un tiempo. ¿Qué recuerdas de aquella experiencia?

— Sí, algo así como un par de años. Yo estaba en Madrid, y a la hora de hacer papeles era más fácil que fuese yo la presidenta. Era por una razón práctica. Tengo un recuerdo muy bueno de esa primera época de Odontología Solidaria. En la clínica de Madrid la gente era muy maja, hicimos un grupo con gente muy agradable y muy solidaria. De primeras estuve como voluntaria. Luego, al establecer los primeros contactos con universidades, y al entrar gente joven, me centré en los temas más institucionales.

— Volvamos al presente. ¿Qué te parece el actual rumbo de la Fundación?

— Pues la verdad es que cuando estuve en la reunión del veinte aniversario, vi que estaba fenomenal, que funcionaba fenomenal. Tuvimos una época de crisis en la que estábamos muy asfixiados, pero con lo que he visto últimamente estoy encantada. Veo que se ha incorporado gente joven y que las cosas funcionan muy bien.  Me quedé agradablemente sorprendida.

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