José María Renilla

José María Renilla

En 1994, José María Renilla formaba parte de Odontología Sin Fronteras, organización que ese mismo año se integró en la recién creada Odontología Solidaria, lo que consolidó el arranque de nuestra entidad. Médico estomatólogo de 56 años en Talavera de la Reina (Toledo), Renilla ha ocupado diversos cargos de responsabilidad en Odontología Solidaria, siendo presidente de la Fundación desde mediados los noventa hasta 2001. Implicado en iniciativas como el “Dentobus” (servicio que durante varios años atendió a escolares de Castilla-La Mancha), y compositor del Rap del cepillo, Chema nos habla del pasado y presente de Odontología Solidaria en esta conversación:

– Fuiste uno de los fundadores de Odontología Sin Fronteras, entidad que rápidamente se integró en Odontología Solidaria. ¿Qué motivó esta fusión?

– Las ideas y objetivos comunes. Ambas entidades nos reunimos varias veces, y tras constatar la coincidencia de planteamiento, decidimos trabajar juntos, lo que también nos daba más fuerza para optar a las subvenciones oficiales. Como la primera entidad que se había creado era Odontología Solidaria (con dos meses de antelación respecto a Odontología Sin Fronteras), decidimos que lo adecuado era continuar juntos bajo ese primer nombre. También se lo propusimos a Dentistas Sin Fronteras, pero en este caso la integración no fue posible.

– ¿Qué experiencia te llevaste de tu etapa como presidente?

— Yo en Odontología Solidaria aprendí mucho. La Fundación me ha dado y me sigue dando mucho, aunque la parte pública del cargo reconozco que me gustaba poco. Si hay que estar en un acto público se está, por supuesto, pero no es lo mío. Yo soy más persona de acción, y por eso he participado en muchos proyectos. He estado trabajando en el Amazonas, en Cuba, en la cordillera de los Andes, en los campos de refugiados de la RASD en el Sahara… a mi me llenan estas experiencias y, por supuesto, el trabajo que se hace aquí. Pero es verdad que a veces toca liderar. El trabajo de liderazgo y organización me gusta, pero como te decía, la parte pública no tanto.

– Dices que has aprendido mucho. ¿En qué aspectos?

— Primero en cuanto a formación, ya que hice unos masters en gestión de ONG donde aprendí toda la parte teórica de dirección y gestión de este tipo de organizaciones. Pero el día a día también te enseña muchísimo. A manejar un proyecto. A integrarte en él. Aprendes como al llegar a una comunidad, tienes de conocer sus necesidades, como son sus gentes, cual es su idiosincrasia, y el modo de adaptarse a lo que ellos son y viven. Todo esto es un aprendizaje de vida tremendo. Uno se acerca al mundo de la solidaridad por el impulso de querer ayudar a los demás, cuando mi experiencia es que, al final, he recibido mucho más de lo que he podido ser capaz de aportar. Recuerdo caras y situaciones. Recuerdo sonrisas de niños en mitad de unos campamentos de refugiados donde no hay nada; en mitad de la selva, donde viven en comunión total con la naturaleza; en Chiapas, donde pese a estar viviendo en una guerra de baja intensidad, la vida era una placer, y participé en una baile en medio de la noche…

– La ganancia, por así decirlo, es humana….

– Hombre, desde luego monetaria no es, ¡ja, ja, ja! Creo que todas estas experiencias han hecho que, como ser humano, haya crecido una barbaridad. Me han hecho más tolerante, más abierto, me han permitido darme cuenta de que hay muchas realidades en el mundo. Me han cambiado el punto de vista. Tanto es así, que el día que me jubile parte de mi actividad va a estar dedicada a la solidaridad. Y me gustaría transmitir esta experiencia a mis hijos. Si alguno de ellos quisiera acompañarme a alguno de los proyectos en los que yo participe en el futuro, estaré feliz y contento, porque sé que les va a enriquecer.

– ¿Queda mucho para que el Derecho Universal a la Salud Oral sea una realidad? ¿Qué debería pasar para que esto sucediera?

– Lo fundamental es que existan más recursos, y eso implica que esté reflejado en la ley. Se empezó a trabajar son la salud bucodental infantil en el sistema público cuando algunas comunidades creyeron que este era un objetivo importante, pero sobre todo cuando algunos líderes sanitarios, entre ellos los del País Vasco, consiguieron que los políticos lo hicieran ley. Al final, a quien hay que trabajarse es a quien legisla. Quizás cada año deberíamos hablar como mínimo con dos o tres responsables de sanidad de partidos políticos para que, poco a poco, vaya calando la idea de que esto es necesario. Si no, difícilmente cambiarán las cosas, ya que los recursos solo vienen si existe una ley que los garantiza.

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