Modest Revert

Modest Revert formó parte del grupo de profesionales del sector bucodental que, en 1999, pusieron en marcha la Clínica Solidaria de Valencia. Médico estomatólogo de 59 años, Modest tiene su propia clínica dental en la ciudad, y sigue colaborando con la Fundación. En esta entrevista conversamos sobre el pasado, el presente y los objetivos de Odontología Solidaria.

— Tu estabas al frente de la clínica de Valencia cuando abrió sus puertas…

— Sí, yo entonces era el delegado de Odontología Solidaria aquí. La iniciativa de la clínica partió de un grupo de diez o doce odontólogos, estomatólogos y estudiantes de Valencia. La inauguración oficial de la clínica fue en julio de 1999, pero la idea se empezó a trabajar un par de años antes. La principal dificultad fue encontrar un local en condiciones adecuadas. Al final, mediante Cáritas, encontramos el que todavía tenemos. En aquellos años todavía no era tan descabellado montar una clínica en un primer piso…

— ¿Había muchos voluntarios en esos primeros tiempos?

— No, muchos no. Piensa que en esa época había muchos menos dentistas que ahora. Aunque nunca nos faltaron voluntarios, la demanda de pacientes era superior. Lo importante es que siempre había gente dispuesta a echar una mano, y buena colaboración con el ICOEV y otras instituciones. Estuve unos cuatro años de delegado, y luego tomó el testigo José Ramón Frutos, otro de los compañeros que formaban parte del grupo inicial.

— Volvamos a ese grupo inicial que decidió organizar OS en Valencia. ¿Qué os motivó?

— Vimos que era algo que hacía falta. Hasta aquel momento, los servicios sociales del Ayuntamiento de Valencia mandaban a los usuarios a las clínicas privadas. El usuario presentaba dos presupuestos de dos clínicas distintas, el Ayuntamiento aprobaba uno, y mandaba a esa persona a la clínica elegida para que le pusieran una prótesis o le hicieran el tratamiento que necesitaba. Este sistema no permitía atender a muchos usuarios. Cuando plateamos la idea al Ayuntamiento, lo vieron muy bien. Se dieron cuenta de que se podría atender a más gente, ya que nosotros no perseguimos un beneficio económico.

— Sigues colaborando con la Fundación. ¿Qué actividades has hecho recientemente?

— Últimamente hemos realizado un curso de periimplantitis a beneficio de Odontología Solidaria con el Dr. Juan Rumeu, de Barcelona. Él ya colaboró con nosotros en los comienzos de la Fundación en Valencia. Tuvimos una buena asistencia, y contamos con la colaboración de entidades como Straumann, INIBSA, Dental Cervera, el ICOEV y la Universidad de Valencia.

—  ¿Crees que, por lo general, los profesionales de la odontología son personas solidarias?

—  Creo que en general sí, y cada vez más, conforme va entrando gente más joven y concienciada. Es un reflejo de la sociedad. Los odontólogos y estomatólogos no somos diferentes al resto, y hoy en día el espíritu solidario ha aumentado considerablemente en todos los ámbitos.

 — Pongámonos en la piel de un chico o una chica que, por ejemplo, esté acabando sus estudios de odontología. ¿Qué crees que le aportaría a esa persona colaborar con Odontología Solidaria?

— Yo diría que esta es una experiencia que le será útil. Si colabora en la clínica, podrá tratar a unos pacientes que siempre te dan más de lo que tu les puedes dar a ellos. Hay cosas que no se aprenden en la Universidad, que sólo las aprendes con experiencia, y tratando a personas que, como nos puede pasar a todos en un momento dado, pasan por un mal momento económico, pero tienen una calidad humana indescriptible. A esos jóvenes yo los animaría, porque estar en Odontología Solidaria es una especie de master: un master social y humano que les va a enriquecer mucho, y que les va a ser muy útil para su práctica diaria profesional. Si después de acabar los estudios pasan un par de años con nosotros como voluntarios, van a ver el mundo de otra forma. Lo digo en el sentido de que no todo es ganar dinero y tener cosas. Hay otros valores humanos que estos pacientes nos muestran día a día.

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