José Manuel Díaz López-Dóriga

José Manuel Díaz López-Dóriga

Entre los muchos amigos que nos acompañaron el pasado mes de septiembre en la inauguración de la nueva clínica solidaria de Fuengirola, tuvimos la suerte de contar con el odontólogo burgalés José Manuel Díaz López-Dóriga. La vinculación de José Manuel con nuestra Fundación viene de antiguo: empezó a implicarse en las actividades de Odontología Solidaria hace cerca de dos décadas, y presidió la entidad durante ocho años. En esta entrevista, nos habla de su etapa al frente de la Fundación, y de los viajes solidarios a Guatemala que realiza desde 1997.

– ¿Cuando contactas por primera vez con Odontología Solidaria?

– En 1995, cuando conozco a los compañeros de la clínica solidaria de Madrid. Tras ese primer contacto, en 1996 viajé al Sahara junto a otros odontólogos bajo el paraguas de Odontología Solidaria, y el mismo año realicé mi primer viaje a Guatemala con la ONG Arenys Solidari. Desde entonces, no he dejado de viajar a Guatemala: entre 1997 y 2002 con proyectos de salud oral financiados por Odontología Solidaria. A partir de esa fecha, he buscado por mi cuenta recursos privados destinados a financiar los proyectos odontológicos que allí se desarrollan.

– Fuiste presidente de Odontología Solidaria bastantes años…

– Sí, dos legislaturas. Entré en el Patronato de la Fundación en 1999, y en 2002 me eligieron presidente, cargo que ocupé hasta 2010.

– ¿Qué fue lo mejor esta etapa?

– Lo mejor… ¡tantas cosas! Odontología Solidaria te da la oportunidad de conocer a mucha gente, de viajar y trabajar en proyectos tanto aquí en España como en el exterior, en los que recibes muchas satisfacciones. Y también es cierto que, en el mundo de la odontología, obtienes cierta consideración como una persona que se preocupa por los demás, una persona de algún modo distinta…

– ¿Y lo peor?

– Bueno, siempre hay problemas, naturalmente. En la época que en que yo fui presidente, la Fundación tenía unos quince trabajadores. En el día a día, esto creaba preocupaciones que, de otro lado, son normales en cualquier entidad o empresa. Esa fue quizás la parte más difícil de llevar.

– Actualmente sigues vinculado a la Fundación como socio…

– Eso es. Vivo y trabajo en Burgos, donde actualmente Odontología Solidaria no desarrolla ningún proyecto. El más cercano está en Madrid. Pero sigo siendo socio, y Odontología Solidaria sigue siendo una parte muy importante de mi vida. De alguna manera, estoy ahí para lo que se pueda necesitar.

– Háblanos un poco más de tus viajes solidarios a Guatemala. Son ya muchos años yendo a trabajar voluntariamente a ese país. ¿Qué te aporta?

– Sigo volviendo cada año porque no lo puedo evitar. Es una forma de cargar pilas y reposicionarme. De averiguar quién soy, qué es lo que tengo, qué es lo que hago, cómo vivo… Es una experiencia enriquecedora al cien por cien. Quizás suene a tópico, pero en estos viajes te acabas llevando más de lo que aportas, porque te dan una perspectiva vital: hacen que te sientas en tu sitio, que valores lo que tienes y, de alguna forma, te sientes más humilde. He visto muchas cosas que hacen que me sienta muy afortunado en la vida. En este mundo de la solidaridad, uno encuentra su propia espiritualidad. Es algo que me realiza, que me hace sentir activo dedicando buena parte de mis vacaciones a estos proyectos.

– ¿Qué le dirías a un joven con inquietudes sociales que estuviera acabando la carrera de odontología? ¿Le aconsejarías que se implicara en las actividades de la Fundación?

– Afortunadamente, en nuestra sociedad hay muchas personas buenas que tienen consciencia social. Más que recomendar, le diría a este hipotético joven que existen organizaciones como la nuestra que, de alguna manera, pueden proyectar sus inquietudes. Cierto es que estamos en momentos muy malos en esta profesión, porque el acceso al mundo laboral en odontología es muy difícil. Puede ocurrir que este joven tenga el deseo de incorporarse a Odontología Solidaria inmediatamente después de acabar la carrera, o que no crea que sea el momento. En este último caso, le diría que estamos ahí. Que la vida es muy larga, y puede que llegue el momento que sí pueda trabajar con nosotros.

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