Carlos Lucas, médico estomatólogo de 67 años de edad, mantuvo operativa su propia clínica dental en Albacete durante 35 años. Se jubiló en febrero de 2015. Aunque ya no ejerce como dentista al estar dado de baja en el Colegio de Odontólogos y Estomatólogos albaceteño, sigue vinculado al mundo odontológico colaborado en la Clínica Solidaria de la ciudad castellano-manchega, donde presta ayuda técnica. Esta es su historia.
— Colaboras en la Clínica Solidaria de Albacete desde muy al principio. ¿Cómo empezó todo?
— Yo estaba en Inglaterra para celebrar el cumpleaños de mi única nieta, y leí en la edición digital de La Tribuna de Albacete que al cabo de unos meses abriría la Clínica Solidaria. En cuanto llegué a Albacete establecí contacto con María Dolores Cuenca para ofrecerme como colaborador en el aspecto práctico: subsanar averías técnicas de poca importancia, colocar el letrero de Odontología Solidaria… cosas así. Como no puedo ejercer como odontólogo, pensé que era otra manera de cooperar con el proyecto.Y así seguimos. De vez en cuando me llaman, o yo paso por allí, y hago lo que se requiera. Es un papel poco visible, pero necesario.
— Entre otras cosas, estás pendiente de ajustar los equipos…
— Bueno, si una turbina no acaba de ir bien la engraso, y cosas así. Ten en cuenta que cuando yo establecí mi propia consulta en Albacete no había ningún servicio técnico de equipos dentales en la ciudad. Entonces, para evitar los costes que suponía el traslado de un técnico de Madrid a Albacete, tuve que aprender a reparar las averías de mis equipos. Esos pequeños conocimientos alguna vez nos han permitido no dejar de usar un equipo en la Clínica Solidaria de Albacete.
— ¿Por qué, al conocer que se abría la Clínica Solidaria de Albacete, decidiste implicarte?
— Porque ayudar a las personas en riesgo de exclusión social, y darles como mínimo un tratamiento dental básico, me parece una causa noble. Hay que hacerles un hueco y trabajar para ellos.
— ¿Es una manera de hacer un poco más justo nuestro mundo?
— Por supuesto. Hoy en día hay muchas organizaciones no gubernamentales que ayudan a los necesitados. Es una nota de calidad y de acercamiento a estas personas, y desde luego la Clínica Solidaria de Albacete ha marcado un hito en la ciudad. Ninguna otra especialidad tiene una clínica de estas características, quizá porque la enfermedad dental ataca con mucha más frecuencia a las personas que están en una situación económica complicada.
— En tu opinión, ¿por qué es interesante ser solidario?
— Es una manera de llenar un hueco que tenemos todos en el corazón. Hay mucha gente necesitada y tenemos que colaborar, darle un a estas personas tratamiento básico y que puedan masticar y disfrutar un poco comiendo. Esto supone una satisfacción para el que lo hace.